Un cuarto, un living, un gato, algunos ramos de flores, la aparición fugaz de un hombre y varios planos de sombras de plantas sobre las paredes en el interior de una casa bastan para hacer una película cuya inteligencia consiste en introducir con el sonido una segunda capa semántica en la que ingresa la subjetividad de la propia cineasta, la historia actual de su país y del otro en el que vive, Argentina.

Mudos testigos es un collage cinematográfico realizado a partir de la totalidad del material sobreviviente del cine mudo colombiano, reeditando las imágenes, de tal forma que creen un solo filme imaginario: la historia de amor imposible de Efraín y Alicia que recorre la convulsa primera mitad del El siglo XX en Colombia. Lo que comienza como un melodrama en el que Efraín se enamora de Alicia, quien está comprometida con el poderoso y vengativo Uribe, deviene en un relato moderno de viaje al corazón de la selva, en el que seremos testigos de las condiciones humillantes de los campesinos del sur y el nacimiento de una rebelión armada.

La historia indaga la vida de Cristina, una joven madre, de clase media, estudiante de danza contemporánea, que vive mantenida por una madre ausente, cuyo afecto se expresa a través del dinero que le envía. Ella habita los restos de una relación sentimental con Walter; por costumbre, comodidad u omisión se mantiene adormecida, sin amor. Darwin, el pequeño hijo de la pareja, sirve como excusa para que la situación perdure en una zona gris. Sus fugaces aventuras románticas con otros hombres tampoco parecen suficiente para conmover ese extraño equilibrio incierto. Un día el pequeño Darwin desaparece, se extravía. Esos minutos, donde se trasmuta la percepción del tiempo, ante una posible tra- gedia, Cristina se cuestiona su relación con el amor, el mandato social de una pareja y su lugar como madre.

Misteriosa es la Mochila que cae sobre Mapache en una mañana estival. De repente lo están persiguiendo desde todos los rincones para arrebatarle eso que suyo no era. Pero encontrará en el camino el Mapache a una maga, una gitana tarotista llamada Luminitsa, que habrá de advertirle la importancia que tiene esa mochila en su futuro. Y en ese mismo instante, un rápido y mengante prestidigitador, le hurta el artefacto y a correr por la ciudad se echa. Será destino del Mapache recuperar la mochila a toda costa y enfrentarse en su empresa a una organización de raudos peluqueros dominicanos de Once, a cuatro matones por encargo, y a la temida Duquesa de Farright, que buscará hacerse de la mochila contra viento y marea. ¡Ay Mapache querido!, qué difícil está esto: además de batallar al enemigo, terminarás enamorado, nada más y nada menos, que de la bruja Luminitsa.