Un vaso, un sweater y un trofeo de pesca son los objetos que Maia heredó de su padre. Con espacios y tiempos fragmentados, la película cruza paisajes patagónicos con las orillas del Río de la Plata, donde el viento trae mensajes desde Palestina. Maia viaja a Cisjordania y entre las ruinas de las casas derrumbadas por la ocupación israelí y las aguas del río Jordán, encuentra una señal del destino en el nombre de su familia.